En la porción de esta semana la Torá nos dice… Ishá ki Tazria “Una mujer cuando concibiere…” Esta frase nos hace notar la gran bondad de Hashem incluso para aquellos que aún no han nacido y podemos encontrar la guía para los padres de cómo llevar el proceso de la concepción hasta el parto formando un hijo en base a la sabiduría de la Torá.
CONCEPCIÓN
La Parashá anterior termina hablando de las leyes del Kashrut y esta inicia con la gestación, para enseñar que depende a la alimentación de la mujer durante el embarazo los rasgos de carácter del individuo que está por venir; por ende, la mujer durante el embarazo debe tener especial cuidado en las leyes de kashrut.
Según la Kabbalah, en el momento de la concepción se determina por lo menos el 80 por ciento del futuro del bebé, el 10 por ciento se determina en el momento del parto; y el último 10 por ciento a los tres años de edad. Estas tres etapas se imprimen en el alma del niño el ADN metafísico. Por ello, el estado de conciencia de una pareja durante el acto sexual es tan importante, así como el proceso de gestación.
Cuando se suman los valores numéricos de las letras que forman la palabra hebrea “herayón” que significa: embarazo, el valor numérico total es de 271. Este número es significativo porque corresponde a los 271 días (o nueve meses) que un alma necesita para penetrar completamente en un embrión y producir un bebé recién nacido.
Hay un motivo por el cual se necesitan nueve meses para que un bebé crezca desde la concepción hasta el nacimiento, esto es, porque durante los nueve meses de gestación, el alma viaja a través de las nueve dimensiones del mundo espiritual, desde Keter hasta Yesod, que es el vientre cósmico. Una vez culminado este proceso, el alma entra en la realidad física y simultáneamente el bebé emerge del vientre, la décima dimensión, Maljut, representa nuestra realidad física cuando el recién nacido se imbuye en este mundo físico siendo parte de él.
GESTACIÓN
ISHA KI TAZRÍÄ VEYALEDÁ ZAJAR. “Una mujer cuando concibiere y engendraré a un varón.» De esta parte de la Torá aprendemos acerca de la fecundación, embarazo y nacimiento de varones y mujeres. Dice el Zóhar que Di-s es el que decide cuál será el sexo del embrión conforme a las reglas mencionadas en el Talmúd. El Zohar comenta que desde la concepción baja un espíritu revestido de «tzélem» (una sombra o aura), la cual acompaña al individuo toda su vida, desprendiéndose treinta días antes de su fallecimiento.
En el momento de la concepción, la energía espiritual del padre infunde dentro del aura del embrión todo el potencial de transformación espiritual que el niño puede alcanzar a lo largo de su vida. Esta luminosa fuerza envolvente, llamada Luz Circundante, permanece en el ser humano en estado potencial, empujándonos constantemente a crecer, desarrollarnos y transformarnos. Cuando así lo hacemos, una porción de esta Luz Circundante se transforma y se desarrolla dentro de nosotros, a lo que se llama Luz Interior.
La energía espiritual de la madre infunde Luz Interior en el alma del bebé, suministrando los dones, capacidades naturales y bendiciones que el niño traerá a este mundo y expresará en su vida.
La energía del padre proviene de su estudio de Torá y la de la madre proviene de su recato (Tzeniut).
CUIDADO DE LA MADRE
Mitzvát Inián Tum´at Hayoledet. «La mitzvá del asunto de la impurificación de la parturienta.»
Esta es una de las mitzvót enumeradas en el Séfer Hajhinúj, en donde se menciona los motivos que están a nuestro alcance entender acerca de la mitzvá de impurificación de una parturienta se encuentra el del cuidado de la salud y del cuerpo. Por lo que tener relaciones con una mujer que dio a luz sin cumplir los tiempos especificados, puede ser perjudicial para ambos, ya que ella se encuentra en un período de recuperación.
La gran noticia.
Cuando una mujer queda embarazada, está a punto de experimentar uno de los milagros más grandes en la vida.
A menudo pensamos en Keriat lam Suf, la separación de las aguas del Mar Rojo, como un milagro asombroso. Pero la habilidad del feto de existir dentro del útero de la madre es un milagro de proporciones no menores a la separación de las aguas del lam Suf. Si no fuera por la Providencia minuciosa de Hashem, el embrión no podría sobrevivir ya que está rodeado de agua.
La persona ya no es responsable sólo de sí misma todo lo contrario se vuelve socia del Creador y adquiere una responsabilidad gigantesca.
Si bien el Todopoderoso designó a un ángel que se encargue de los embarazos, Él mismo supervisa directamente los nacimientos.
A pesar de que un niño nace sucio, lleno de sangre y continúa ensuciándose, le agrada a todo el mundo. El encanto de los bebés y de los niños, explican nuestros Sabios, es el de la shejiná (divinidad), la cual se queda en ellos debido a que éstos están exentos de pecados. Tan pronto como el letzer Hará (el mal instinto) toma posesión del corazón del niño, la diferencia se nota, e incluso sus padres se enfadan con él.
Los primeros tres meses de embarazo.
Durante los tres primeros meses de embarazo, el embrión en desarrollo está en su mayor punto de vulnerabilidad, puesto que las Tres Columnas de su árbol de sefirot todavía no se han desarrollado. Este es el motivo por el cual los kabbalistas nos aconsejan no revelar el embarazo a nadie durante dicho periodo.
La Kabbalah también sugiere que las madres se esfuercen mentalmente para mantener su conciencia en un estado positivo y elevado durante este periodo crítico inicial cuando toda emoción, acción e incluso las propias palabras que pronuncien pueden influir directamente sobre el feto en desarrollo y el alma que está surgiendo.
El embarazo es una época durante la cual las hormonas de la mujer destrozan sus nervios. El cuerpo duele, el estómago está delicado y la madre a menudo se siente cansada y malhumorada. El trabajo kabbalístico durante el embarazo se orienta a que ella logre dominar y resistirse a la tentación de sucumbir a estos estados mentales y por el contrario, se eleve para superarlos. Cuanta más resistencia se ejerza sobre la negatividad interna más luz recibirá el alma de su bebe.
POSTPARTO
«MITZVÁT KORBÁN HAYOLÉDET.» «La mitzvá de la ofrenda de la parturienta.»
Esta también es una de las mitzvót enumeradas en el Séfer Hajhinúj. Conforme al Séfer HaJhinúj, entre las raíces entendibles de la mitzvá de la Ofrenda de la parturienta está que para que, a través del acto del ofrecimiento, se despierte así el agradecimiento a Dios, Bendito es, que la salvó de los dolores y contracciones del parto lo cual, debido a la reincidencia de dicho fenómeno, no nos damos cuenta de los milagroso que es. Y otro motivo que mencionaron nuestros sabios de bendita memoria, es que, en ocasiones, en los más duros momentos del alumbramiento, la mujer súbitamente jura que no tendrá más hijos (y cuando de hecho no pasó algo así puede ser que consciente o inconscientemente deseara algo similar); por ello, la mujer precisa después del parto de una cierta expiación, para que las intenciones de cesar de traer vida no tengan efecto, ofreciendo por esto un Korbán Jhatát.
Todo lo mencionado se escribió para fortalecer a los padres y animarlos en su papel tan importante: ¡Nunca olviden qué gran regalo son los hijos!
Cuánto mérito da los hijos a sus padres, cuánta fuerza y elevación espiritual les dan, no consideren su tarea de la crianza de los hijos como una pesada carga sobre sus hombros sino como un privilegio. ¡Nunca olvides que tus niños son tu alegría y éxito!
Contiene extractos de:
“El midrash dice: Libro de vayikra”
“Educación con amor”
“El camino del Kabbalista”