Siendo que evidentemente nadie sabe cuándo va a morir y regresar su alma a Hashem, pues la muerte puede llegar en cualquier momento y a cualquier persona, debemos estar preparados todo el tiempo, toda la vida, para este día tan especial. Eso es a lo que se refirió el rey Shelomó al decir: «Que todos los días tus ropas estén blancas (limpias)». Se trata de una metáfora sobre el alma, y es que todos los días debemos de tener limpia nuestra alma para regresársela a Hashem.
La Mishná dijo: «¡Haz Teshubá un día antes de tu muerte!». Y como no sabemos cuándo será ese día, entonces debemos hacer Teshubá y limpiar nuestra alma todos los días. Es por esto que los judíos todas las noches antes de irnos a dormir confesamos nuestros pecados, le pedimos a Hashem que nos perdone por haberlos cometido y declaramos que perdonamos a cualquiera que nos haya ofendido en el pasado o durante ese día. Es decir, procuramos limpiar nuestra alma todas las noches, no sólo porque durante la noche el alma sube al cielo, también porque no podemos tener la seguridad de que al día siguiente estaremos con vida, ni siquiera podemos tener la seguridad de que unos minutos más lo estaremos . Hashem se encargó de mantenernos atentos todo el tiempo, e hizo que la muerte sea repentina con la finalidad de que estemos al pendiente de ella constantemente y que asiduamente vivamos reflexionando y haciendo Teshubá. El mensaje es literalmente: «¡No dejes para mañana aquello que puedes hacer hoy! O más bien: «¡No dejes para después aquello que puedes hacer ahorita, pues tal vez después sea demasiado tarde!».
Extracto de Escatología kabalistica Jaim Zonana